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El hielo en las lesiones: Lo estamos haciendo mal

¿Es el hielo realmente bueno para las lesiones?

Podría sorprenderte saber que la práctica común de aplicar hielo en lesiones y músculos doloridos no es tan beneficiosa como se creía. Contrario a lo que se ha enseñado durante décadas, las investigaciones sugieren que el hielo en realidad puede retrasar el proceso de curación.

El hielo ha sido un remedio estándar para la inflamación y el dolor tras lesiones deportivas o cirugías. De hecho, la imagen de deportistas de élite con hielo en una articulación tras lesionarse compitiendo es muy habitual. Esta práctica se basa en un principio médico que se remonta a los años 40 y fue popularizada por el Dr. Gabe Mirkin en 1978 con el acrónimo RICE (Rest. Ice. Compression. Elevation. - Reposo. Hielo. Compresión. Elevación.).

Sin embargo, la evidencia sugiere que, si bien el hielo puede aliviar temporalmente el dolor, no promueve la curación. Incluso el propio Dr. Mirkin se retractó en 2013, reconociendo que el movimiento suave es más beneficioso para la recuperación que la inmovilización y aplicación de frío. La crioterapia, aunque eficaz para reducir el dolor, puede inhibir las respuestas inmunológicas necesarias para una curación óptima.

Como sabrás si sigues nuestro blog, en Alameda Studio, además de dar clases de Pilates en Santander, nos esforzamos por estar al día en materia de salud y bienestar, con la evidencia científica más reciente para escribir artículos que puedan ser de tu interés. Por eso creemos que es fundamental repensar algunas estrategias de tratamiento para lesiones, tomando en cuenta la nueva investigación y buscando alternativas que no solo alivien el dolor, sino que también faciliten una recuperación más rápida y efectiva. A continuación, exploraremos cómo el hielo interactúa con el cuerpo y por qué es hora de cambiar nuestras prácticas.

Inflamación: Parte integral de la curación, no el enemigo

A menudo se piensa que la inflamación (o hinchazón) son indicadores de problemas que se deben atender inmediatamente. Este artículo ilumina una verdad científica: estas respuestas son, en realidad, componentes fundamentales del proceso de curación natural del cuerpo.

Aplicar hielo sobre una lesión es una práctica común que ha sido utilizada durante mucho tiempo para controlar la inflamación y aliviar el dolor. Sin embargo, la ciencia médica contemporánea ha comenzado a descubrir que esta práctica podría tener más desventajas que beneficios en la recuperación de una lesión. Aquí se exploran los mecanismos involucrados y cómo el hielo puede impactar en el proceso de curación.

Vasoconstricción y flujo sanguíneo

Cuando se aplica hielo sobre una lesión, se induce una vasoconstricción, lo que significa que los vasos sanguíneos se contraen y reducen el flujo sanguíneo al área afectada. En teoría, esta reducción en el flujo sanguíneo puede disminuir la hinchazón y el dolor, lo que en un primer momento podría parecer beneficioso. Sin embargo, el flujo sanguíneo también trae consigo nutrientes esenciales y células inmunitarias que son imprescindibles para el proceso de reparación de tejidos.

Impacto en el sistema inmunitario

La reducción del flujo sanguíneo puede tener un impacto negativo en el sistema inmune local. Los glóbulos blancos, que son vitales en la limpieza y reparación de daños, pueden ver su función disminuida con la aplicación de frío. Estas células desempeñan un papel imprescindible en la eliminación de otras células dañadas y en la lucha contra las infecciones que podrían retrasar la curación.

Efecto en la liberación de factores de crecimiento

El enfriamiento también puede ralentizar la liberación de factores de crecimiento, como el Factor de Crecimiento Insulínico-1 (IGF-1), que es esencial para la regeneración muscular. Los factores de crecimiento son sustancias que promueven la reparación y regeneración de tejidos, y cualquier retraso en su liberación puede prolongar el proceso de curación.

El Hielo ¿amigo o enemigo?

El cuerpo humano es un complejo sistema de curación. La inflamación es, más que perjudicial, aliada infravalorada en el proceso de recuperación. Al comprender y apoyar los mecanismos de curación del cuerpo, fomentamos una recuperación más pronta y eficaz.

Mecanismos inflamatorios esenciales

Cabe destacar que la inflamación es una etapa inicial esencial para la curación, confirmada por cualquier texto médico. Es un mecanismo defensivo donde glóbulos blancos como neutrófilos y macrófagos acuden al lugar de la lesión. Los macrófagos no solo limpian las células dañadas, sino que también liberan hormonas anabólicas para promover la regeneración del tejido.

Curiosamente, la aplicación de hielo podría actuar como una barrera para estos glóbulos blancos y afectar la liberación de IGF-1, lo que a su vez puede conducir a una recuperación muscular subóptima. La hinchazón es el resultado del proceso inflamatorio, y aunque puede ser perjudicial si persiste, también es una señal de que el cuerpo está trabajando para sanar. La evacuación de estos fluidos depende en gran medida del movimiento muscular y la activación del sistema linfático, que no cuenta con un mecanismo de bombeo propio.

En consecuencia, el enfoque post-lesión debería alejarse de la inmovilización y la aplicación de frío, y más bien enfocarse en métodos que apoyen una evacuación y recuperación efectivas. La adaptación del tratamiento post-lesión para favorecer los procesos naturales de curación puede mejorar sustancialmente los resultados para los pacientes.

Debate científico sobre la eficacia del hielo

El debate sobre la eficacia del hielo en la curación de lesiones es un tema que genera incertidumbre, especialmente al considerar las prácticas tradicionales frente a las evidencias científicas más recientes. Se ha sostenido durante mucho tiempo que la inflamación y la hinchazón son síntomas de lesiones que deben atenderse de inmediato. Sin embargo, los avances en la investigación médica están desafiando estas creencias arraigadas.

Para ilustrar, un estudio de 2011 examinó los efectos de aplicar hielo tras una lesión muscular y sus hallazgos sugieren un cambio de paradigma. El estudio observó a dos grupos, uno tratado con hielo y otro sin este tratamiento, y siguió el progreso de sus lesiones a lo largo de 28 días. Lo que se descubrió fue sorprendente: el grupo que no recibió hielo exhibió una actividad más temprana de macrófagos y un inicio más rápido de regeneración celular. A los 28 días, el tejido muscular regenerado en el grupo sin hielo era notablemente más robusto que en el grupo tratado con hielo, que también presentó más tejido cicatrizal.

Explorando alternativas para una recuperación más eficiente

Por otro lado, los métodos de recuperación que promueven la movilización y el drenaje linfático, como la movilización controlada temprana y la terapia de compresión, están ganando reconocimiento como alternativas viables para una recuperación más eficiente. No olvidemos que, tanto la práctica común de aplicar hielo, como la de inmovilizar una lesión, se encuentran bajo escrutinio. La inmovilización prolongada puede provocar una atrofia muscular notable, un efecto contraproducente para la recuperación.

Revisar las prácticas antiguas y adoptar un enfoque basado en la evidencia es vital para optimizar la curación. La ciencia sigue avanzando y con ella, nuestro entendimiento de cómo apoyar mejor los procesos naturales de recuperación del cuerpo. Mantener una perspectiva informada y flexible puede llevar a una mejor recuperación y bienestar general.

Ya que se ha demostrado que aplicar hielo sobre una lesión alivia el dolor, es admisible enfriar la zona lesionada por períodos cortos poco después de haberse producido la lesión. Podrías aplicar el hielo durante hasta 10 minutos, retirarlo por 20 minutos, y repetir la aplicación de 10 minutos una o dos veces. No hay motivo para aplicar hielo más de seis horas después de haber sufrido la lesión.

El movimiento como medicina

En una carretera congestionada, el tráfico se detiene y los vehículos no pueden moverse, lo que causa retrasos y acumulación. De manera similar, en un área lesionada, la falta de movimiento puede resultar en una acumulación de hinchazón y residuos celulares, lo que retrasa el proceso de curación.

En el tráfico, la solución puede ser abrir más carriles o establecer rutas alternativas para facilitar el flujo vehicular. De igual manera, en el cuerpo, el movimiento y la actividad pueden actuar como esos carriles adicionales o rutas alternativas, facilitando la evacuación de líquidos y residuos y promoviendo un flujo sanguíneo saludable hacia el área afectada, lo que a su vez acelera el proceso de curación.

Así como no se resolvería un atasco de tráfico sumando más vehículos al embotellamiento, tampoco es beneficioso restringir aún más la circulación en un área lesionada mediante el uso del hielo. Por el contrario, es esencial tomar medidas proactivas, como promover el movimiento, para facilitar la circulación y permitir que el área lesionada se recupere de manera efectiva.

El movimiento actúa como un catalizador para facilitar esta evacuación. Detener por completo la actividad tras una lesión puede no ser lo más adecuado. Se alienta a mantener una actividad ligera y una recuperación activa, dado que el ejercicio ejecutado sin dolor no solo contribuye a reducir la hinchazón a través de la contracción muscular, sino que también optimiza el proceso de curación sin inducir daños adicionales. Dicha actividad estimula a los macrófagos, favorece la regeneración muscular y minimiza la formación de tejido cicatricial a través de la activación de las células satélite.

Alternativas al hielo: Fomentando una recuperación efectiva

En lugar de enfriamiento, la ciencia propone estrategias alternativas para manejar la inflamación de manera que no interfiera con la curación. Incluyen movilización controlada temprana para estimular la circulación, terapia de compresión para soportar y minimizar la acumulación de fluidos, y técnicas de drenaje linfático que facilitan el movimiento de líquidos y desechos a través del sistema linfático.

Un enfoque basado en la evidencia

La investigación médica contemporánea nos alienta a cuestionar métodos antiguos y adoptar aquellos apoyados por pruebas científicas. Investigaciones han mostrado que el manejo activo de lesiones puede resultar en una recuperación más ágil y de mayor calidad en comparación con métodos pasivos como la aplicación de hielo.

Aunque estas ideas desafían concepciones arraigadas acerca de la inflamación y la hinchazón, el tratamiento debe ser personalizado, teniendo en cuenta al individuo y el tipo de lesión. En ocasiones, es pertinente controlar estos síntomas para aliviar el dolor y facilitar el movimiento. El objetivo prioritario es fomentar la curación intrínseca y evitar cualquier intervención que pueda inhibirla.

Iniciando la recuperación: Las contracciones isométricas

En las fases iniciales de la recuperación, especialmente cuando el movimiento articular completo no es posible, las contracciones isométricas emergen como un recurso altamente recomendable. Estos ejercicios no implican movimiento articular, lo que los hace idóneos para ayudar en la restauración de la fuerza, la reducción del dolor y la evacuación de la hinchazón. A medida que el dolor disminuye, es posible incrementar la carga de trabajo, avanzando progresivamente en el camino de la recuperación.

Para los casos en que los músculos no pueden contraerse físicamente debido a debilidad o precauciones postoperatorias, los dispositivos de estimulación eléctrica neuromuscular (NMES) se presentan como una opción viable. Estos dispositivos, al estimular la contracción muscular eléctricamente, no solo ayudan a preservar la masa muscular, sino que también contribuyen a reducir la hinchazón, actuando como un sustituto eficaz del ejercicio voluntario.

La estimulación eléctrica neuromuscular (NMES) como alternativa

Los dispositivos NMES no son solo herramientas valiosas para atletas en recuperación, sino para cualquier individuo en un proceso de sanación. Al impulsar la contracción muscular involuntaria, facilitan el drenaje de líquidos y promueven la llegada de nutrientes y células inmunitarias al área afectada, favoreciendo la curación. Además, una sola sesión de NMES puede incrementar la síntesis de proteínas musculares, mostrando un impacto positivo en la recuperación.

Más allá de ayudar en la recuperación muscular, la NMES proporciona una modificación sensorial que permite manejar el dolor de manera efectiva sin la necesidad de recurrir a medicamentos potentes. Así, se fomenta el movimiento, aunque sea mínimo, para una recuperación óptima y un regreso seguro a las actividades cotidianas. Esto resalta la importancia de mantener una cierta actividad incluso durante el proceso de recuperación, y cómo la tecnología puede ser una aliada en este camino hacia el bienestar.

Un profesional con experiencia en tratar lesiones deportivas debe verificar que no hay fracturas y que el movimiento no incrementará el daño. Si la lesión se restringe a músculos u otros tejidos blandos, un médico, entrenador o técnico puede aplicar un vendaje compresivo.

El Hielo en la recuperación: Efectos post-entrenamiento

La utilización de hielo post-entrenamiento intenso, un método popular entre atletas de élite para acelerar la recuperación, tiene efectos mixtos según los estudios científicos. Mientras algunos indican beneficios, otros sugieren que podría ser perjudicial o no tener efecto alguno. El uso esporádico podría ser ventajoso para la recuperación rápida entre sesiones de entrenamiento o competiciones en el mismo día, pero el uso regular podría interferir con el proceso natural de adaptación que contribuye al desarrollo de la fuerza muscular y la hipertrofia.

El hielo puede aliviar el dolor muscular, pero no necesariamente acelera la recuperación fisiológica. El cuerpo se adapta al estímulo del entrenamiento con el tiempo, lo que puede explicar una disminución en la sensación de dolor después de sesiones de entrenamiento repetidas. Investigaciones sugieren que los baños de hielo podrían incluso retrasar la recuperación muscular post-ejercicio.
Por estas razones, se recomienda priorizar métodos de recuperación activa, como caminar, ejercicios de bajo impacto, o nadar. Estos pueden promover la circulación sanguínea y la recuperación sin estrés adicional en los músculos.

Para el dolor muscular post-entrenamiento, la movilización de tejidos blandos con herramientas como rodillos de espuma o pelotas puede ser efectiva para aliviar el dolor muscular de aparición tardía o agujetas (DOMS). En situaciones donde no es posible un ejercicio ligero, los dispositivos NMES pueden simular la actividad muscular y favorecer la recuperación al facilitar el drenaje linfático y estimular la circulación, apoyando así el proceso de reparación muscular.

Reflexiones finales y recomendaciones

Basándose en la literatura disponible, un protocolo de rehabilitación para una lesión atlética aguda debería priorizar el movimiento sin dolor a través de un rango completo de movimiento lo antes posible y progresar gradualmente a intensidades más altas y movimientos más complejos. Además, el profesional de la salud debería evaluar la lesión individual y trabajar con el paciente o atleta para decidir qué modalidades terapéuticas son las más apropiadas.

Si un paciente o atleta cree que la compresión o la elevación son beneficiosas para su proceso de recuperación, entonces se pueden usar las dos modalidades, ya que se ha afirmado que no hay efectos secundarios adversos asociados con su aplicación. El método y la duración de la compresión deben estar a discreción del profesional de la salud, ya que no se han propuesto pautas definitivas. Sin embargo, debería haber poca o ninguna utilización de hielo o AINEs, a menos que el único resultado deseado sea la reducción del dolor.

En palabras del propio Dr. Gabe Mirkin: "Si sufres una lesión, cesa el ejercicio de inmediato. Si el dolor es intenso, si no puedes moverte, o si te encuentras desorientado o pierdes la conciencia aunque sea por un momento, es necesario que te revisen para determinar si requieres atención médica urgente. Las heridas abiertas deben ser limpiadas y examinadas. Si es posible, eleva la zona lesionada para aprovechar la gravedad y ayudar a minimizar la inflamación.

Un profesional con experiencia en tratar lesiones deportivas debe verificar que no hay fracturas y que el movimiento no incrementará el daño. Si la lesión se restringe a músculos u otros tejidos blandos, un médico, entrenador o técnico puede aplicar un vendaje compresivo.

Ya que se ha demostrado que aplicar hielo sobre una lesión alivia el dolor, es admisible enfriar la zona lesionada por períodos cortos poco después de haberse producido la lesión. Podrías aplicar el hielo durante hasta 10 minutos, retirarlo por 20 minutos, y repetir la aplicación de 10 minutos una o dos veces. No hay motivo para aplicar hielo más de seis horas después de haber sufrido la lesión."

Referencias

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